Si no miras hacia atrás en la Bahía del viejo
Acapulco (para no ver esos monstruos de cemento) se convierte en una bonita playa rodeada de lo que queda de verde. En la arena un ambiente variopinto; carpas, parejas, familias,
alcohol, música, comida y vendedores ambulantes.
En el nuevo Acapulco todavía se
puede disfrutar de una playa bastante virgen aunque con un mar no tan apacible para el baño. Presidiendo esta playa "casi" virgen está una de las casas que Luis Miguel tiene en la zona. Una mansión enorme a pie de playa, salón con cristalera al mar, jardín y piscina y lo peor: ¡la tiene abandonada! Así que me he propuesto localizarlo para proponerle cuidarla durante el año, ¡yo le dejo un hueco cuando la quiera visitar! No sería un mal plan para cuando se acabe esta aventura...El fin de semana se me ha pasado volando; tomando el sol (por lo menos se me ha quitado el blanco nuclear), nadando, disfrutando de la
tranquilidad del mar y de la buena compañía, con fiesta hortera en la arena, radio y alcohol incluidos, y el sábado por la noche: bailoteo en el "antro" de turno.
Ha sido una manera perfecta de acabar este mes en México.
Ahora toca hacer la colada, empacar la mochila y mañana ponerse rumbo a Guatemala.
Veremos si me caben todas las cosas que he ido acumulando estos dos meses... Para empezar los zapatos de tacón se quedan aquí al igual que la mayoría de mis cremas y bultos innecesarios (entendiendo por innecesario todo aquello que no sea imprescindible) ¡adiós comodidades!
Próxima parada: Tapachula, en la frontera Mexicana.
Besos